Arenillas. Cartas a Mariana

M_arenillas

Alejandro Molinari Torres.

Cartas a Mariana es una minuciosa disección literaria de las costumbres, creencias, especulaciones, atavismos y añoranzas que sobre la vida comiteca va teniendo oportunidad de desmenuzar en una prosa limpia, atractiva, muy propia de su pluma, el autor.

Contar hechos ignotos para Mariana, da pie a Molinari para hacer un recuento minucioso del acontecer actual, que nunca deja de estar emparentado con el Comitán de antaño, mediante una nostálgica mirada con que activa su propia memoria a la manera de las cintas cinematográficas que acompañaron la infancia y la primera juventud del autor.  Es así que esta obra se convierte en crónica de hechos acontecidos en el pasado mediato, no tan lejano, pero que ante el vértigo de la vida contemporánea cobra tintes de narraciones legendarias; sucesos de un Comitán que aún pervive en nuestra memoria pero que a la vez pareciera tan distante en el tiempo.

Esa supuesta interlocución con su personaje femenino, Mariana, le brinda al autor la oportunidad de ir detallando con suavidad y encanto, en una voz multiforme pero que denota siempre una única mirada atenta, sensible, paternal a ratos, las distintas facetas del ser comiteco.

Podría decirse que entre las páginas pueden encontrarse temas del interés de distintas disciplinas: hay materia para el pedagogo, para el antropólogo, para el físico -díganlo si no las irisadas disquisiciones en torno al color y la colorimetría en que el autor abunda-; para el naturalista cuando su macrolente percibe de muy cerca las actitudes de los insectos nimios tanto como los pequeños, no por mínimos sino por sutiles, pensamientos que de pronto incandescen en los personajes locales como fosforescencias, como destellos sublimes; y qué decir de cuando divaga en torno a la belleza femenina y su clasificación de la misma, cuántas luces nos arroja para adentrarnos en la disección de esos finos tejidos que son las emociones humanas.

En términos estilísticos, habría que aceptar que Molinari a fuerza de cincelar obstinadamente una prosa que irradia recónditas manifestaciones íntimas y solitarias especulaciones respecto al diario acontecer, al diario vivir de los pobladores comitecos, ha podido amalgamar dos géneros literarios que han sido exitosamente dominados en nuestra literatura nacional: el epistolar y el ensayístico, ambos cuales que confluyen en un aspecto didáctico tan propio también de la literatura en lengua hispana. Estas Arenillas suyas son además de Cartas multiformes ensayos, en la mejor tradición en que Montaigne dotó de carácter a este género en la Francia del siglo XVI y que Alfonso Reyes puso exitosamente en práctica en la primera parte del siglo XX en nuestro país para privilegio de las letras nacionales. Es por ello que resulta destacable esta labor de Molinari de traer y atraer, en esta ocasión dentro de la modernidad comiteca, una propuesta renovada de un género tan universalmente respetado: el ensayo literario.

Podrá el autor discutirnos que no hay finalidad didáctica en sus Arenillas. En su más profundo fuero querrá convencernos con la modestia que le es característica de que no pretendía sentar cátedra con sus cartas-ensayos, que nada más alejado de su intención que pretender erigirse como profesor de minucias. Pero su larga actividad docente, su más profunda naturaleza educadora, la formación de su espíritu en las aulas, nos brinda generosamente la oportunidad de ágilmente compartirnos a sus lectores aquellos conocimientos, aquellas pesquisas, aquellos hallazgos suyos. Esa actitud didáctica que subyace en su carácter ha sido más poderosa y le ha traicionado ante cualquier otra intención con que pudiese aderezar su propuesta literaria. Pero Alejandro, querido amigo, tampoco está mal com no lo estuvo para otros, en otras latitudes, iniciar a través de la literatura, de la libre creación, un largo camino para autodescubrirnos los comitecos, para comprendernos mejor; José Gaos en su momento, Octavio Paz en el suyo, dieron forma a lo que por ahí andaba divagando y que era la materia diaria, el espíritu, que configura el ser del mexicano; esta propuesta tuya, más local pero no poe ello menos válida, es una oportunidad de asomar nuestro rostro a las cristalinas aguas del pozo en el cual vernos reflejados -como Narciso- en todo nuestro ser y poliédricamente dispersos, refractados en haces de luz -la luz que ilumina todo, un concepto muy utilizado en tu prosa que no denota otra cosa sino el deseo de apartar las tinieblas de la ignorancia, de nuestra propia incomprensión de lo que realmente somos- para finalmente reconocernos.

Gracias por habernos obsequiado esta sarta de preciosas piedrecillas, de finas arenillas, que se van hilvanando para conformar de cuenta en cuenta, de cuento en cuento, la columna vertebral de nuestro orgullo. Te veo desde hace muchos días, muchas noches inveteradas, puliendo, tallando cada una para descubrirla en su interior y dejarla salir esa claridad que llena de luz nuestra realidad local, nuestro ser comiteco.

Cuántas vivencias contenidas, cuántas tradiciones rescatadas, cuántas recatadas formas de contar, de cantar, de discurrir sobre lo indecible. Esta obstinada manera tan tuya de ir reuniendo las arenillas de una playa infinita en que vienen a reposar nuestras añoranzas comitecas. ¿Serán las arenillas eternas de la clepsidra, del reloj de arena, que alguna vez vislumbró Borges? ¿En eso estarías pensando al nombrarlas de esta forma tan enigmática? El lector tendrá en su momento y a posteriori de su muy particular lectura, la respuesta.

Luis Armando Suárez A.

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MOLINARI TORRES, Alejandro. Arenillas. Cartas a Mariana. Comitán: Editorial Entre Tejas, 2014. ISBN: 607006038-4.

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